Nuestro objetivo es compartir información con todas aquellas personas que deseen saber sobre las actividades que realiza el Comité Pro Canonización de Madre Clarita y otros temas de interés.

martes, 1 de noviembre de 2016

Musical Clara María presentación en Tegucigalpa

MUSICAL CLARA MARIA

Santa Tecla, 22 de septiembre de 2016
El musical  Clara María, en honor a los cien años de fundación de la  Congregación de Carmelitas de San José, después de presentarse en, San Salvador,  San Miguel y Santa Ana, llegó el turno de llevarla a la hermana República de Honduras,  en la obra se muestra como nació la Congregación y por todos los obstáculos que tuvo que pasar Madre Clara María Quirós.
Luego de varios meses de preparación los alumnos, religiosas y los directores artísticos, Jorgelina Cerritos, Rafael Pineda Zacarías y Manuel Hidalgo,  pusieron en escena la obra, en el auditorium de FEPADE, el 19 y 20 de agosto, el público asistente quedó sorprendido por la calidad de la obra, la vida de Madre Clarita, es contada de una manera sencilla y entretenida, el personaje de la Hermana Ana, narra como fue su inicio en la vida religiosa, a través de ella nos muestra la historia de Madre Clarita, todo adornado con pinceladas de danzas, alabanzas, momentos importantes en la vida de la Sierva de Dios.
Después del éxito obtenido en el país, Madre María de Jesús del Cid, Directora del Instituto San José del Carmen, en Tegucigalpa, República de Honduras, organizó la presentación en las instalaciones del centro de estudios, mientras tanto en El Salvador, Madre Andrea Menéndez, Hermana Marleny Caballero y Hermana Sonia Castro, en una tarea titánica coordinaban la documentación de los niños y niñas, así como de los padres de familia que acompañarían a los infantes por tierras hondureñas.
El día de partir hacia el vecino país había llegado, el  jueves 22 de septiembre, hora 5:30 a.m., dos unidades de transporte serían los encargados de trasladar a los integrantes del elenco artístico, religiosas y padres de familia; pero como dejaríamos de estar en El Salvador, hubo personas que puntuales nos hicimos presentes a las instalaciones del Colegio Belén, sin embargo también otros que aparecieron un poco más tarde y tuvimos que hacerles una espera prudencial.
Cuando el reloj marcaba las seis y cuarenta y dos minutos, y la ciudad de Santa Tecla poco a poco comenzaba a despertar emprendimos el viaje rumbo al oriente del país, y luego 
a internarnos en el territorio hondureño con destino a Tegucigalpa. En el bus nos acompañaba hermana Marleny Caballero quien al poco tiempo de recorrido dirigió la oración al Creador para que nos llevara y nos trajera con bien. Con los niños, y quiero que ustedes me entiendan que cuando digo niños, me refiero a los dos géneros masculino y femenino, estaba Madre Andrea Menéndez, y dicho sea de paso uno de los pilares fundamentales para la realización de esta obra y quien trabajó incansablemente para poder hacer realidad de llevar el musical a nuestros hermanos de Honduras.

Contrario a lo que nuestros hijos podrían pensar en nuestra unidad de transporte todo era alegría, algunos padres recordaban viejos tiempos de colegio y comenzaron a hacer alguno que otro relajo, y como siempre nuestro niño interior sale a flote en algunas ocasiones y en nuestras mentes volvemos a vivir épocas pasadas. Quiero comentarles que el recorrido aún era joven cuando un padre de familia se me acercó para preguntar cuando sería la primera parada, pues su interior le decía a gritos que debía expulsar algunos líquidos, primero se le dio técnicas de relajación y se le proporcionó un vaso con café para que se calmara su deseo de hacer su necesidad fisiológica, (no es que no supiéramos que el café es diurético, pero la parada  estaba cerca), pues lo consultamos con hermana Marleny y ella le dijo “espere diez minutos, piense en otras cosas, vea el paisaje”, y fue así como nuestro compañero de aventura respiró profundamente y se volvió a su respectivo asiento, supongo que comenzó a ver cada momento su reloj y a implorarle al dios Cronos para que el tiempo pasara más rápido que lo normal.



La espera de la tan ansiada parada había llegado en una gasolinera del Departamento de San Vicente, y es allí cuando uno toma conciencia de la responsabilidad de las religiosas, los dos buses se vaciaron y sus ocupantes se dispersaron por el lugar, algunos a comprar bebidas (uno de los grandes desaciertos), o algún alimento para mitigar un poco el hambre, ya que como a los puntuales nos hicieron llegar a las cinco de la mañana no habíamos desayunado, sin embargo algunos papás hasta exageraron pidiendo pupusas.  Cuando las hermanas creyeron que ya era tiempo de retomar la marcha, comenzaron a llamar a todos y no había ninguna diferencia, padres e hijos no hacían caso, pero al ver que los medios de transporte se comenzaron a mover se vieron las carreras, y déjenme contarles que algunos corrieron unos cincuenta metros y le habrían hecho sombra a Usain Bolt, cuando la puerta se cerró se pasó la revisión respectiva, se pidió amablemente que los que faltaban levantaran la mano y al no tener respuesta reiniciamos la ruta.
Para evitar que el viaje fuera menos tedioso uno de los padres en coordinación con hermana Marleny, hicieron algunas dinámicas, las cuales consistían en preguntas sobre Madre Clarita y el musical, algunos por la emoción de querer ganarse un chocolate, inventaban las respuestas, pero no se les aceptaba, después de unas cuantas equivocaciones algunos acertaron y se les entregó su respectivo premio, entre risas y anécdotas que se escuchaban por todo el bus y el tiempo con su paso implacable, a las nueve y treinta y seis llegamos a la Ciudad de San Miguel, allí había que hacer una estación para que las unidades cargaran el combustible, pero no había permiso para que se bajaran porque solo era para eso, cargar combustible, aquí si hay que darles un punto a los niños ellos si hicieron caso y desde sus asientos veían
que sus padres deambulaban por todos los contornos de la gasolinera, y como mencioné luego de la primera parada, que habían adquirido bebidas, salieron desesperados buscando un baño, para mala suerte de todos solo había uno para damas y uno para caballeros, la fila no avanzaba y si a eso le sumamos que habían otras personas ajenas, la espera se hizo todavía más larga, otros sin embargo aprovecharon para tomar algunas fotografías, al cabo de una hora aproximadamente tomamos la Ruta Militar con destino a El Amatillo, la frontera estaba cada vez más cerca, y en el interior del autobús se comenzaron a sentir dicho metafóricamente un mosaico de olores, la hora de sacar los panes con algo había llegado, y eso si la convivencia fue muy buena, padres de familia que apenas se conocían comenzaron a intercambiar y ofrecer bocadillos, creo que sin temor a equivocarme que eso es lo bueno de estos tipos de viajes porque nuestro horizonte de amistades se hace un poco más extenso.



Así entre alimentos y juegos, chistes, y todo lo que estuviera a mano para no sentir el trayecto fuimos pasando por los diferentes pueblos a lo largo de la carretera, cuando cruzamos Santa Rosa de de Lima, sabíamos que la línea fronteriza ya estaba a unos cuantos kilómetros, pero como los niños no habían pasado al baño (recuerdan que ellos sí hicieron caso, pues en el bus estaban custodiados por la policía carmelitana), que dicho sea de paso poseen una autoridad natural y hasta a los padres nos regañan y solo queda obedecer, se programó que nos debíamos detener en una estación de combustible un poco antes de El Amatillo, allí los integrantes del musical bajaron a estirar las piernas y por ende a evacuar cualquier cosa que su cuerpo les indicara, como siempre los padres haciendo un poco de relajo se volvieron a dispersar por los contornos, tomándose fotos en una hamaca que un camionero había colocado para reposar un poco, otros junto a unos camiones.  Como ustedes amigos lectores saben el tiempo no perdona y pasa sin que nos demos cuenta ya era un poco más del medio día y aún nos faltaba detenernos de rigor en migración de ambos países. En unos pocos minutos El Amatillo nos dio la bienvenida con su ambiente siempre convulsionado por viajeros, vendedores, cambistas, mototaxistas, borrachos, locos, y debo aclarar que cuando digo locos, no hago referencia a ningún padre de familia, aunque algunos como el que escribe estas notas, ya está acostumbrado que lo llamen de esa forma, pero en esta ocasión nos referimos a los de verdad.

Nuevamente los alumnos ordenadamente bajaron de la unidad de transporte y acto seguido subieron sin ningún contratiempo, ustedes se preguntarán por los padres de familia, ellos luego de pasar migración se volvieron a tomar fotos, al baño, a buscar bebidas, boquitas, en fin les haré corto el cuento, teníamos que revisar los asientos para ver quien faltaba y así cruzar el río Goascorán y pasar a migración en tierras de nuestros vecinos. En la realización de estos trámites las hermanas Carmelitas de San José, sin temor a equivocarme tuvieron el punto más álgido  de su estrés, pues coincidimos con un número significativo de personas que venían en dirección contraria a nosotros, eran hermanos nicaragüenses, hondureños, y una unidad de la tica bus que como es de suponer también venían costarricenses, las instalaciones de migración se volvieron un caos, pero es allí cuando sale a relucir la creatividad cuscatleca, 
se le planteó a los oficiales de migración que si les ayudábamos haciéndoles dos filas y estuvieron de acuerdo, pero lo que ellos no contaban es que se hizo una fila exclusiva para el Belén, así fue como dos padres de familia se pusieron a dirigir y ordenar quien pasaba a ventanilla, y otros padres se encargaron de llevar a los niños a la unidad de transporte, cuando el último de los nuestros realizó el chequeo, todavía ordenamos unos cuantos más y poco a poco nos fuimos del lugar hacia el autobús para proseguir nuestro camino rumbo a la capital de la República de Honduras.  No debemos olvidar que el tiempo ya casi nos marcaba las dos de la tarde y debíamos recorrer casi ciento sesenta kilómetros pero con el agravante que son hacia arriba, pues la ciudad se encuentra en un valle y desde esta zona se deben sortear diferentes elevaciones siendo su punto máximo el cerro el Hula, como dice un viejo dicho que el viaje es la mitad de de la diversión, tratamos de hacer que eso se cumpliera al pie de la letra y nos reíamos de todo, y disfrutamos los paisajes que ofrece el sur  hondureño, a muchos les pareció fabuloso observar en la lejanía el golfo de Fonseca, donde convergen los tres países y las siluetas de los volcanes  dibujadas en el horizonte.
La carretera serpentea por cerros y casi sin darnos cuenta comenzamos a descender y ese era el sinónimo que nuestro destino se encontraba cerca.  Como guardianes custodiando la entrada a la ciudad se encuentra el parque eólico en el Cerro el Hula que con sus aerogeneradores contribuyen a darle energía a la fuerza motriz que mueve la industria y el comercio hondureño. Para que no extrañáramos San Salvador, la ciudad de Tegucigalpa nos dio la bienvenida a las cinco y treinta de la tarde, con tráfico intenso que por unos momentos no nos movíamos del mismo lugar, pero poco a poco llegamos al bulevar Los Próceres  y en un corto tiempo estábamos en nuestro destino, el Instituto San José del Carmen, una institución educativa de las Carmelitas de San José, enclavado en el corazón de la capital y con unas instalaciones que asombran a quien lo conoce por primera vez, su Polideportivo San José es el segundo más grande de Honduras.
Las madres nos acomodaron en el Polideportivo en el área exclusiva para alojar deportistas, y desde ese momento fuimos objeto de múltiples atenciones, nos mostraron las instalaciones del centro educativo, culminando el recorrido en la Dirección donde Madre María de Jesús del Cid, conserva los trofeos obtenidos por los alumnos  a lo largo de los cincuenta y tres años de existencia del instituto,  así como la mascota que la ha acompañado durante doce años, un pez de regular tamaño llamado André;  mientras hacíamos el recorrido por el edificio las hermanas destacadas en el instituto nos arreglaban el área para que fuéramos a degustar una exquisita cena, preparada con el amor carmelitano. 
Con la noche cayendo en pleno sobre Tegucigalpa y con la grata compañía de las hermanas Carmelitas de San José, intercambiamos impresiones y muestras de cariño, el cansancio comenzaba a verse reflejado en el rostro de algunos padres y esa era la señal inequívoca que había que ir a descansar para reponer energías, a otros el viaje no parecía haberlos cansado y la cuerda parecía no habérseles terminado, así como los niños que de inmediato se pusieron a jugar futbol con otros jóvenes que en esos momento se encontraban haciendo uso de las canchas, fue bonito observar que sin conocerse jugaban como si fueran conocidos de toda la vida, pero como se tendrían que levantar temprano, las hermanas Marleni Villatoro, Nubia Quintero y otras cuyo nombre no recuerdo comenzaron la dura tarea de mandar a dormir a los jóvenes inquietos, quienes se resistían a ir a reposar y discutían que no estaban cansados que los dejaran un poco más.

Las hermanas les hicieron ver que la jornada del día viernes sería larga, pues deberían de presentarse en la formación ante los alumnos del instituto, como parte del protocolo establecido, así que no les quedó más que acatar las órdenes recibidas, asimismo Madre Andrea encomendó a un grupo de padres que le coordinaran que los jóvenes estuvieran listos a las seis y treinta, se les comunicó las instrucciones  recibidas  y todos escucharon con atención y se retiraron a sus lugares a recargar las fuerzas. Cuando el reloj marcaba las cuatro de la mañana sin necesidad que los levantáramos ellos solos ya se estaban bañando, y todo salió tal y cual lo quería Madre Andrea,  con algunas pequeñas excepciones que todos debían vestir la camisa negra del centenario para evitar confundirse con los alumnos locales, pues ya casi era la hora de salir a la presentación y unos vestían camisas de colores o usaban pantalones cortos, pero con unas pequeñas advertencias de parte de las hermanas Sonia Castro y Marleni Villatoro, pronto estaban todos listos. 

El instituto comenzó poco a poco a llenarse de vida y los alumnos se formaron con orden y disciplina que caracteriza a las hermanas Carmelitas de San José,  pacientemente esperaban la presencia de los salvadoreños, Madre María de Jesús del Cid fue quien les hizo la presentación oficial y Madre Andrea les dio a conocer algunos detalles del musical, los jóvenes escucharon con atención sin embargo algunos perdían la concentración al observar la belleza de las niñas salvadoreñas, y los niños nuestros veían a las hermosas jóvenes estudiantes que estaban en la formación.





Madre María de Jesús del Cid y las demás hermanas nos habían organizado un exquisito desayuno y por supuesto café para que nos ayudara a despertar, una vez que ingerimos los alimentos sin tiempo para otra cosa, los infantes de Parvularia nos tenían preparado un acto con danzas folklóricas y con palabras de bienvenida, ese pequeño pero significativo detalle les sirvió a todos para relajarse y olvidar el cansancio del viaje del día anterior, una vez que finalizó el evento todo volvió a la realidad.  Madre Andrea llamó al personal que participa del musical para realizar el ensayo correspondiente pues la hora de la presentación estaba a la vuelta de la esquina, fue así como todos se dirigieron al escenario del Polideportivo para afinar los últimos detalles,
cuando aún no terminaban la preparación, de repente un grupo de estudiantes desde los más pequeños hasta los más grandes venían caminando al lugar donde se realizaría la presentación de la obra, en unos pocos momentos el Polideportivo estuvo repleto de estudiantes, profesores, padres de familia e invitados de las religiosas, la hora cero llegó y de inmediato cautivaron al público, los más pequeños que se ubicaron cerca del escenario disfrutaron cada instante, cantaron y bailaron, si de algo pueden estar seguros es de la sinceridad de los niños, al finalizar la presentación su servidor iba entre la multitud inmortalizando el momento con algunas fotografías y logre escuchar a los infantes decirles a los papás que los llegaban a traer que el musical estuvo “muy bonito”, y comentaban algunos detalles, a mi solo me quedó esbozar una sonrisa y comunicarle a cuantos pude sobre la opinión de los niños.
La hora de almorzar había llegado y nuevamente las madres nos deleitaron con platillos elaborados con todo el amor carmelitano, sin mucho tiempo para reposar nos fuimos a conocer la casa de descanso llamada Las Tapias, que ellas poseen en las afueras de la ciudad, allí fuimos otra vez atendidos a todo dar, nos mostraron la propiedad, los niños corrieron, jugaron, cortaron frutas de estación y aprovechamos para realizar la foto grupal.


Cuando se está feliz el dios Cronos es un ser tan bromista que acelera el paso del tiempo, el momento de volver había llegado y la segunda función dedicada a los padres de familia del instituto se acercaba apresuradamente, emprendimos el regreso a la ciudad que presentaba su tráfico de viernes, pero sorteando los congestionamientos se llegó a tiempo, la noche siempre brinda un telón especial para este tipo de eventos, si la puesta en escena de la mañana salió muy bien en la noche simplemente excelente, como persona curiosa que soy por naturaleza y en ese vicio de tomar fotografías, miraba los rostros serios de los asistentes que en su mayoría eran igual que nosotros padres de familia, el semblante les cambió cuando con cada parte del musical no despegaban la vista del escenario y con su lenguaje corporal aprobaban cada escena, Andrea la jovencita integrante del coro toma el micrófono, poco a poco se separa del grupo y canta el Amadísimo Padre, los presentes no hacen más elogiar el talento de esta bella alumna, similar caso sucedió en la mañana cuando cautivó a los jóvenes  hondureños con su voz y su belleza, sus ojos azules y su interpretación hicieron suspirar a más de algún adolescente, el momento de poner a todos a bailar fue cuando una de las hermanas  originaria de la República Democrática del Congo, interpretó El Gloria en Lingala, y al sonido del ritmo del Bongó, y el “ooh kembo, ooh kembo, likoló”, no hubo nadie que se quedará sentado, fue un momento que muchos jamás olvidaran, y la sorpresa que los actores y actrices se confundieron con el publico para darle vida y colorido a ese momento del musical, las emociones estaban a flor de piel, las banderas de cada uno de los países donde existe presencia de las Carmelitas de San José, congregación de fundación salvadoreña, que como expresara Madre Clarita, “si me he equivocado, esto se disolverá como sal en el agua”, y cien años después podemos comprobar que no se equivocó, así como lo dice con emoción hermana Marleny Caballero la obra sigue creciendo y haciendo el bien, tal y como ella lo soñó alguna vez,  imagino la alegría que debe sentir Madre Clarita desde el cielo, su obra sigue viva y como dice la canción “Gracias Señor Jesús, por las continuadoras, de toda la obra de Madre Clarita, fundadora de las Carmelitas, de las Carmelitas de San José”, esas religiosas incansables a las que les hemos confiado la educación de nuestros hijos, que son seres especiales, saben comprender nuestros defectos y el de nuestros hijos, con ese carisma nos atrapan para que nos sintamos parte importante de la gran familia de Carmelitas de San José.
Al concluir el evento pudimos compartir momentos agradables con los asistentes, hubo espacio para las fotografías, buenos deseos para el viaje de retorno, como no podía ser de otra manera nuevamente fuimos agasajados con una buena cena, compartimos con las hermanas y aunque el ambiente era muy bonito nos fuimos retirando a descansar, aunque no todos porque siempre algunos que no se duermen temprano y decidieron quedarse en las gradas platicando, no sin antes ser visitados en varias ocasiones por la policía carmelitana, pero se les explicó que estábamos esperando cargar celulares y baterías de respaldo, que adentro todos los tomas estaban ocupados, así que nos permitieron quedarnos un poco más. El día Sábado por la mañana era el momento de dejar el Instituto San José del Carmen (aunque debo admitir que parte de nuestro corazón quedó en ese lugar, que de forma maternal dirige Madre María de Jesús del Cid),  nos esperaba el Hogar Reina del Cielo, unas de las obras que las hermanas tienen para atender a niños de escasos recursos o en situaciones especiales, asimismo fuimos a conocer las casas que están en construcción   para las familias que ellas guiarán espiritualmente y así contribuir con la sociedad formando mejores ciudadanos.  En el hogar Madre Tomasita Orozco, nos tenía listo el desayuno de despedida de nuestra visita por la capital hondureña, fue un convivio estupendo sin faltar las fotos, canciones a un cumpleañero, bueno todo era cordialidad, queríamos estirar el tiempo, más eso no fue posible así que solo esperamos a unos padres que se habían tardado, para después emprender el viaje de regreso hasta Santa Tecla, al cabo de un rato llegaron los que faltaban y oficialmente nos despedimos de todas e iniciamos el retorno.
Se dieron las recomendaciones, tomar agua poco a poco, para que no dieran ganas de bajarse, porque se esperaba llegar temprano al Colegio Belén, sin embargo las madres, fueron las primeras en parar para comprar rosquillas, como era de suponer en un santiamén el bus de los papás estaba vacío todos abajo, proseguimos y unos kilómetros más adelante el microbús de las madres de detuvo frente a una venta de productos lácteos, padres de familia y religiosas, comprando quesillo y queso fresco, pues ellas dicen que ese es un producto muy bueno, y efectivamente no sé si fue por el hambre o porque en verdad es bueno, pero quedamos satisfechos al comprar tortillas y comerlas con quesillo, en todo el bus el aroma a queso se hacía sentir.  Con casi tres horas de recorrido llegamos a la frontera, sorteamos con mucha pericia las colas (gracias a la experiencia adquirida en la ida), y al poco tiempo estábamos en camino a la ciudad de San Miguel, por si alguien de los viajeros quería almorzar, su servidor quien escribe estas líneas únicamente pidió un café, pues las tortillas y el queso me habían dejado satisfecho, pues en nuestras mentes pensamos que no se pasaría almorzando en ninguna parte, varios que estaban en similares condiciones solo compraron algún sorbete o paleta, para mitigar un poco el calor reinante en esa localidad.  Se dio la señal todos abordo, pero como siempre faltaba alguien, y cuando ingresaron al autobús les recibieron con una pequeña canción, debidamente ensayada, “la tortuga, llega tarde otra vez, otra vez”, pero se defendieron como gatos panza arriba explicando que ellos era la primera vez, que nos acordáramos de los que llegaron tarde al Hogar Reina del cielo, y fue como se les dijo, que se le había “cantado a Juan, para que entendiera Pedro”, pasado ese pequeño momento de esparcimiento, seguimos con nuestra ruta, de allí en adelante comenzaron a sonar los celulares, mensajes y todos con la clásica pregunta, ¿Por dónde vienen?, ¿A qué horas llegan?, así que no hubo más remedio que venir informando y enviando las pantallas del waze, para que calcularan y fueran a esperar a sus hijos al Colegio. 

Con estas líneas se ha querido contar más o menos como fue el viaje, las presentaciones del musical y de la estadía en tierras de nuestros hermanos hondureños, en ese tiempo nos sentimos como en casa y si de algo presumimos los salvadoreños, es de nuestra hospitalidad, honestamente les digo que debemos comenzar a preocuparnos, porque la hospitalidad hondureña superó todas nuestras expectativas, finalizamos dándole gracias a Dios, a Madre Clarita el habernos permitido compartir y ampliar nuestro círculo de amistades, si ellos así lo desean puede ser que pronto estemos preparando el viaje a Guatemala o Costa Rica.








2 comentarios:

  1. Gracias por su trabajo al proyectar este material que nos hace dar Gracias a Dios

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  2. Se hace con toda la buena intención de dar a conocer las actividades y que las personas conozcan sobre la Madre Clarita.

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